Ayer, último día en que el colegio se abría a todo el mundo, celebramos a las 12 de la mañana un pequeño acto en su recuerdo.
Los asistentes nos reunimos alrededor del árbol, junto a la placa que colocamos en su memoria, y leímos este texto:
En todo un
año han acariciado las hojas de este arbolillo muchas brisas, han resbalado en
sus ramas las gotas de la lluvia, y también del rocío; asomaron, con timidez,
los primeros frutos.
Y en el paso
de los días, muchas miradas depositan en su figura la nostalgia.
Llamamos al
pasado, y de inmediato viaja, y llega hasta nosotros, una eterna sonrisa, una
sonrisa viva.
El tiempo se
detuvo hace un año, se quedó paralizado. Pero del recuerdo de Asier nacen, cada
día, esos brotes de amor, esa energía que nos invita a cambiar un poco, aunque
sea un poquico nada más, nuestras formas y nuestra relación.
Hace un año
la desaparición de Asier fue, para todos, una dolorosa desgracia.
Hoy, con su
ausencia irremediable, pero con la fuerza que nos aporta el recuerdo, encontramos
sentido para seguir adelante, para disfrutar con cariño esos humildes momentos
que aportan contenido a nuestras vidas.
ASIER… A TU MANERA… SIGUES ESTANDO PRESENTE ENTRE NOSOTROS